Viviana: Tú no eres para nada un niño, ¡eres un pequeño diablillo!
Oscar le dio una palmadita en el hombro: —Ya que estoy aquí, acepto las consecuencias. Me disculparé con mamá cuando lleguemos.
Viviana quería llorar, pero simplemente no podía. Se sentía manipulada por un niño. Y lo peor era que no