MARTINA
Como ya dije en varias ocasiones, Lars es guapo a rabiar, es tan bello que me da miedo que mis ojos me delaten y le demuestren mis pensamientos más ocultos, mi imaginación más privada y me da miedo a..., no, eso no puede ser.
—Lars tarda en volver— la tía de este le comenta a su hermana. La abuela asiente tristemente mientras ambas lo esperaban en el salón para cenar.
—Es esa mujer.
—¿De qué mujer hablas?
—Una rubia a la que visita cuando quiere y necesita cariño.
El estómago me da un vuelco al escuchar a la señora Zelinda.
—¿Y de qué la conoces, hermana?
—La conocí cuando mi nieto me llevó a cenar una noche. Esta apareció sin decirle a Lars y bueno se acabó sentando con nosotros.
Centre mi atención en ella mientras disimulaba que estaba leyendo.
—Entre tú y yo, hermana. Esa mujer no entrará a esta casa mientras esté viva. No es apta para mi único nieto. No la quiero para él.
—¿Y si él la quiere, Zelinda?
Esta no contestó a su hermana y entendí que si así fuera, entonces no te