Intentaba contener mi alegría, estaba tan complacido.
“No es que necesitara su permiso pero si no se oponen era más fácil, ¿cierto?”.
Verla era mi calma pero también mi furia. Cada dia era mas dificil, la restricción, los pequeños destellos de alegría, el apenas perceptible aroma a dulce pero sobre todo la esperanza. La maldita esperanza es el problema.
“La odio, solo me trae dolor”, pensé.
Tuve que reprimir mi deseo cuando la restricción comenzó a quemarme la piel.
Mi único interés actua