-¡GRANDÍSIMO HIJO DE PUTA!.- grité con furia mientras le asestaba otro golpe y aunque era más grande y fuerte; su velocidad no disminuye.
Pero entrenar con Nazir me había dado una ventaja que no creí tener, cada golpe era a un punto vital que mermó su capacidad.
Si no estuviera tan enojada y desilusionada seguramente estaría orgullosa de mi esfuerzo; me atrevería a decir que le daría un enorme beso a Nazir si no estuviera tan desilusionada de él.
Me debía una cena por mi esfuerzo la última semana; pero estuvo posponiéndolo por alguna razón, ahora que la sabia enfurecí más.
Estaba aún más furiosa que hace 10 minutos y seguí peleando más molesta que el infierno; sentía la sangre bombear caliente en cada latido y posiblemente sea por la ira o por la desilusión.
“Es nuestro compañero, detente; ya no lo golpees” lloraba en el fondo de mi mente. Pero esto ya no era por mi, por ser mi compañero o por la traición.
Era por sobrevivencia.
Él me quería muerta.
Si es que era mi compañero, eso no