—¿Xavier, Me oyes?
Xavier tenía su mirada fija en los documentos que tenía en sus manos, pero a la vez no estaba viendo nada en específico tampoco escuchaba nada, tenía una sonrisa tonta en su cara, y Gino se dio cuenta de eso. Podía tener una idea en quien estaba pensando, pero decidió no darle importancia porque al fin y al cabo se trataba de su hija.
—¡Xavier! — dijo su suegro un poco más fuerte.
—¿Señor?
—¿Estás bien?
—Por supuesto.
—Ok, te decía que revises este presupuesto, algo no me convence.
—De acuerdo.
La secretaría de Gino guió a Amanda por el pasillo, se detuvo en una puerta, tocó y esperó a que le ordenarán que pasara.
—Adelante.
—Señor, la señorita Viana— anunció la secretaria.
—Claro, hazla pasar.
Amanda entró a la oficina, llevaba un traje azul marino una camisa blanca y unos tacones negros, su aura era difícil no notarla.
Gino y Xavier se colocaron de pie para recibir a la señorita Viena, salieron de detrás del escritorio del que estaban trabajando.
—Buenos días seño