Elisa estaba muy feliz con su madre y le presentó a su esposo y a sus hijos. Vera la recibió con cordialidad, aunque era inevitable el distanciamiento entre ambas mujeres, Reina tal vez podía comprender que el Alfa fue obligado a separar a los gemelos; pero ella y sus hijos habían sufrido mucho por la separación, y perdieron muchos años en los cuales Elisa y Jeremith crecieron como huérfanos de padre y madre.
Bebieron un té y Vera se retiró a descansar por la tarde. Reina le dijo a Elisa:
—Quiero conocer a la esposa de Jeremith.
—¿Te refieres a la omega?
—¿Es una omega?
—Sí, mi hermano se ha vuelto loco por esa mujer y dejó a su prometida.
—No es malo que se haya enamorado de una omega.
—Yo diría que más bien está embrujado, si la vieras madre, es una corriente.
—Creo que Jere