Al amanecer, los rayos de sol se filtraron por las ventanas, calentando la piel de los amantes, Robert miró su teléfono celular, eran casi las 9.am, besó el hombro desnudo de Johana y ella lo abrazó con brazos y piernas sin siquiera abrir los ojos, se sentían muy a gusto y así lo demostraron. Más tarde Johana preparó comida para ambos que Robert se encargó de traer y salieron a ver los alrededores, cuando Johana se acercó a la orilla pegó un grito al ver la altura.
—Johana, pensé en todo y olvidé que le temes a las alturas.
—No creo que pueda bajar por el sendero a caballo.
—Ambos bajaremos juntos, Relámpago nos sig