Capítulo 31

Los vigilantes —como los había llamado Dolet— habían creado una especie de muralla contra los violentos golpes de la tormenta. Era como estar en una burbuja, había decidido Katerine. Todo estaba calmo dentro, no les caía la nieve encima ni había viento que los empujara, sin embargo, fuera de esas paredes invisibles, todo era inhóspito. Katerine casi no podía ver por donde se movían, en el bosque, la situación aunque pareció menos cruel, no era mejor.

—¿A dónde me están llevando?

Estaba cansada de permanecer callada, había cerrado su boca por la impresión que le causaba ver la magia tan descarada de esos gemelos, era tan obvia sus habilidades, incluso sus ojos eran anormales, ¿Cómo no se lo había imaginado?

—No tengas miedo, no permitiremos que algo te pase —respondió West Lawcaster, &eacu

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