-Vení a casa, quedate a dormir.
Le dijo Seba.
Ya se habían retirado del hogar de sus padres.
-Pero no tengo ropa para ponerme mañana.
En la semana no dormían juntos, muchas veces cenaban juntos, pero cada uno terminaba en su propia cama.
Sebastián se estaba acostumbrando a dormir con ella, a sentir su aroma y su calor cuando se despertaba.
Cada día le costaba más separarse, eso, en cierto modo, también lo incomodaba, se enojaba consigo mismo por sentir que se estaba haciendo adicto a Loana y con eso perdía un poco más de su individualidad.
Pasaron un momento por el departamento de ella, a buscar ropa para el día siguiente, pero entre besos y besos, terminaron durmiendo en el departamento de Loana.
Todo comenzó con un beso, más una caricia y terminaron unidos por el deseo que los consumía.
Cuando se dieron cuenta, se estaban duchando juntos y listos para seguir demostrando su amor.
Estando juntos se olvidaban las palabras y que las horas pasaban.
Loana se encontraba sentada