Al amanecer Juan Pablo la vio dormida junto a él y sonrió diciendo en voz baja: - ¡No fue un sueño!
Se levantó con mucho cuidado y se bañó para dejarla descansar un poco más. Así no había oportunidad que ella viera la fea cicatriz.
Al salir de la ducha, escuchó que tocaron y respondió en voz baja: - Pase.
Dorita entró y al verla dormida cómodamente en la cama, ella sonrió y dejó la bandeja con dos platos de desayuno para los dos.
-Dorita hoy sirve el almuerzo en el comedor, me gustaría que mi mujer conozca su casa. Dijo el hombre orgulloso.
-Entendido mi niño.
Elizabeth, despertó y este se sentó a su lado
-Buenos días, princesa.
Elizabeth un poco avergonzada, miró hacia bajo, se ruborizó y contestó: - Buenos días.
Juan Pablo notó su actitud y le levantó la barbilla y dijo con voz suave: - No te sientas avergonzada, fue algo maravilloso.
Elizabeth asintió y le dio un beso muy apasionado, dejándolo sin aliento. La tomó por la cintura y la colocó sobre él y siguió besando hasta que El