Juan Pablo dejando todo en orden en la empresa familiar, pasó por una florería y compró un hermoso ramo de rosas que deseaba entregarle a Elizabeth.
Tan pronto llegó a la casa nueva, caminó dando pasos largos, su corazón casi salía de su pecho y al estar afuera de su puerta, cuando se disponía a abrir. Escuchó la conversación de Elizabeth y Susan
-Nana no soporto más, me siento sucia, siento aún su asqueroso olor en mí. Odio con todo mi ser a Juan Pablo Montenegro
Juan Pablo llevaba un enorme y hermoso ramos de rosas rojas como la sangre, sintió que taladraron esas palabras en su cabeza y optó por retirarse.
En su mente sólo pasaban las palabras de odio que escuchó, estaba dispuesto a dejarla ir. Sintió una amargura en su pecho y se resignó a qué por su acto de cobardía perdió a la mujer que ama.
Estaba en su despacho pensando en cómo hacer para liberarla y Dorita tocó la puerta de su despacho y al no obtener respuesta decidió entrar.
-Niño Juanpi, su hermano está aquí
Juan Pablo s