Capítulo 5

 Alyssa

Respiré profundo, me removí pesadamente y giré todo mi cuerpo para quedar boca arriba, abrí los ojos lentamente para que la luz del día no me molestara tanto. Fruncí el ceño y medio levanté mi cabeza y observé perfectamente mi entorno. Miles de cosas y recuerdos llegaron a mi cabeza al instante.

A parte de que me dolía la cabeza, tenía unas ganas nefastas de correr al baño y vomitar hasta saciarme, y así lo hice. Corrí hasta el baño y vomité lo poco que tenía mi estómago, me sentía terrible, y también terriblemente enferma. Debo de aceptar que yo no me arrepentía de todo lo vivido anoche, a excepción de esa pequeña situación donde un tío casi me viola, gracias al universo que eso no sucedió. Sentía mi garganta seca así que, contando que no estaba en mi casa, Salí despacio y sin hacer ruido ya que no quería que nadie se despertara y me viese de aquella forma; con una pijama de miles de fresas dibujadas, cabello revuelto y cero maquillada. ¡Que vergüenza!

Abrí la puerta y antes de salir completamente de la habitación mire a ambos lados del pasillo, no habían muros en la costa así que cerré la habitación y me dispuse a bajar a la segunda planta. Al bajar las escaleras, empecé a escuchar voces, una en general se me hizo bastante conocida. No tardé mucho en darme cuenta de que se trataba de mi madre.

Me fui acercando sigilosamente hacia la cocina y si, efectivamente mi madre se encontraba sentada en una de las sillas de la encimera hablando animadamente con la Señora Donovan. Ambas giraron sus cabezas al darse cuenta de mi presencia.

—Has vuelto. —Dije casi en un susurró.

Una bonita sonrisa se dibujó en mis labios, una sonrisa que se me fue devuelta al instante. Los perfectos dientes de mi madre quedaron a la vista, corrí a abrazarla y me envolví en sus brazos aun sabiendo que solo se había marchado un día, pero ese día me había parecido una eternidad. Mi madre y yo siempre habíamos sido las mejores amigas, me había aconsejado siempre y aunque siempre estaba sumergida en su trabajo jamás había descuidado nuestra relación. Mi madre era hermosa, era delgada, tenía unos ojos azules bastante bonitos y una cabellera rubia que la hacía destacar bastante. La envidiaba, pues yo no me parecía en lo absoluto a ella, ni siquiera me parecía a mi padre pues él tenía cabello negro y ojos claros, mientras yo tenía cabello castaño y ojos marrones. Me hubiese encantado llevar conmigo alguno de sus genes.

Me senté a su lado y noté que tenía una sonrisa torcida en el rostro. Además de eso, últimamente la había notado mucho más delgada y con algunas ojeras. Me parecía bastante extraño. En aquel momento preferí no preguntar, no sabiendo que teníamos a la Señora Donovan enfrente.

— ¿Qué tal el viaje? —Pregunté. —Pensé que demorarían un poco más de lo acordado.

Ambas se observaron cómplices.

—Ya te había dicho que quería pasar más tiempo contigo. Así que decidí volver más pronto y dejar que tu padre se encargue de todos esos asuntos. ¿Qué tal te fue en la fiesta? ¿Hiciste amigos?

En ese instante toda mi atención fue robada por un hombre cuyos ojos azules no habían parado de visualizarse en mis sueños en la noche anterior. Entró como el "Don Juan" que era con una pequeña toalla a su alrededor y unas pocas gotas cayendo de su cabello. Sus ojos se desviaron hacia mi madre y con un asentimiento de cabeza hizo un saludo, ignorando por completo a su propia madre y, por supuesto, ignorando por completo mi existencia.

Lo fulminé con la mirada, pero aun así no podía despegar mis ojos de su cuerpo cuando me dio la espalda para abrir el refrigerador, noté de cuajo que tenía un bonito lunar en toda la mitad de su espalda casi llegando a su cuello y pode notar como algunos de sus músculos se marcaban al moverse. Era guapísimo. Desprevenidamente él se giró y recostó su cadera entre la encimera del fregadero y entonces sus expectantes ojos se conectaron con los míos. En ese instante quise apartar la mirada rápidamente pero no lo hice, le sostuve la mirada para no parecer intimidada, eso hasta que la dulce voz de mi madre me hizo poner de nuevo los pies en la tierra.

—Alyssa. —Mencionó mi madre mirándome desconcertada. — ¿Me estas escuchando?

La observé desconcertada.

— ¿Ah...?—Aclaré la voz. —Perdón... ¿Qué decías?

— ¿Hiciste muchos amigos? —Repitió.

— ¿Amigos? —Repetí casi hipnotizada.

¿Cómo decirle a mi madre? No podría simplemente decir: "Hey, probé alcohol por primera vez y un tipo casi abusa de mí y si acaso hice solo dos o tres amigos"

Me levanté de la mesa y le di la espalda a mi madre algo nerviosa, pues odiaba mentirle en la cara, pero sabía que si se enteraba que estuve ebria en una fiesta con completos desconocidos seguramente me mataría. Me puse nerviosa, me sudaron las manos en un momento, tenía que actuar rápido antes de que mi madre comenzara a darse cuenta de que en realidad estaba mintiendo. Quería responderle, pero toda idea que me pudiese ayudar se me había borrado de la cabeza dejándome completamente en blanco. Quería pasar desapercibida así que aproveché que le daba la espalda y tomé un vaso de cristal.

En ese entonces observé a Andrew quien se encontraba despreocupadamente obstruyendo mi paso hacia el fregadero con su cadera impactando con todo el borde de aquella encimera.

—Quítate. —Mencioné subiendo mi rostro para poder verlo a la cara. Me di cuenta entonces que era mucho más alto cuando lo tenía más de cerca. —Voy a servirme agua, ¿Es que no ves?

Le dio un último trago a su cerveza. No tardé mucho en ver la macabra sonrisa saliendo de sus perfectos dientes.

— ¿No le responderás a tu madre? —Dijo sin siquiera responderme lo dicho antes. —Lleva esperando tu respuesta por más de cinco minutos. —Me observó y pude ver la maldad en sus ojos. Volví a observar nerviosa a mi madre, ¡Por Dios! ¿Qué le diría?

Observé de nuevo a Andrew, no dejaría que este tío me dejase en completo ridículo, mucho menos en frente de mi madre y de la suya. Sonreí y yo, al igual que él, mostré mis perfectos dientes y respondí:

—No, madre. —Articulé. —Solo conocí a un chico... Rusty, es una persona increíble.

Bueno, no estaba mintiendo después de todo. Rusty se había portado increíble conmigo, a pesar de que era Gay yo si lo sentía verdaderamente como (Una chica más) Además, se había portado genial conmigo, y me había invitado a su casa en una próxima ocasión, después de todo, aquella bochornosa fiesta no había salido del todo mal.

— ¿Ya puedes quitarte de enfrente? —Dije volviendo a encarar a ESE de ojos azules chispeantes.

— ¿Segura que solo conociste a Rusty? —Dijo haciendo ademan pensativo. — Bueno, yo te vi hablando con Carlos.

Sentí mis mejillas calientes en aquel instante, ¿Por qué era así conmigo? ¿Qué le había hecho yo a ese hombre para que me hiciese este tipo de cosas? Era obvio que él ya se había pillado que le estaba tratando de mentir a mi madre, y lo peor de todo es que, parecía divertirle aquella situación tan incómoda en la que yo me encontraba.

— ¿Quién es Carlos? —Preguntó mi madre relajadamente mientras tomaba su café.

— ¿Carlos? Yo...Yo no recuerdo a ningún Carlos. —Le dije mientras agarraba el vaso de cristal fuertemente en mis brazos que si me vieras parecía que se rompería en cualquier momento.

— ¿Ah no? —Respondió él de nuevo entrometiéndose en mi conversación. — Carlos, el que intento folla...

Me sobresalté al instante y abrí mis ojos de par en par ante la conmoción que sentí al escuchar lo que estaba por decir.

— ¡No! —Dije y todos me observaron confundidos. —Bueno, si...Ya recuerdo, es un amigo que hice además de Rusty, mamá...Él...él es increíble, ya...ya te lo presentaré después. —Sonreí nerviosa.

—Me parece perfecto que al fin estés decidiendo adaptarte. —Dijo mi madre pasando desapercibida de toda mi mentira. —Iré a hacer unas compras al Mercado con Katy, vístete y recoge tus cosas, te veo en casa.

Asentí con la cabeza mientras seguí con la mirada a mi madre y a Katy Donovan saliendo de la cocina. Una vez que Andrew y yo quedamos solos en la cocina le eché un vistazo, dándome cuenta que ya había acabado todo el "Teatro" y el muy imbécil aún no se apartaba, y en realidad si me estaba muriendo por tomar un vaso de agua. La resaca era terrible.

— ¿Y tú acaso no piensas quitarte nunca? —Dije poniendo mi mano en mi cadera, ofendida.

— ¿Y a ti, no te enseñaron modales?

—Tengo más modales de los que tú podrías tener en toda tu puta existencia. —Dije observándolo con furia, estaba harta, no volvería a su casa nunca más en la vida. —Ahora...Podrías mover tu asqueroso culo, POR FAVOR. —Sonreí.

Chasqueó la lengua, observó a otro lado y negó con la cabeza. Me puso los pelos de punta cuando se inclinó y me habló al oído susurrando sus palabras.

—Tú tienes todo...Menos modales y me los has acabado de confirmar con lo que has dicho. —Se separó de mí y me observó el cuerpo hasta que sus ojos me volvieron a mirar a la cara. — ¡Ah! Y por cierto, linda pijama. —Dijo por última vez y sin más, salió de la cocina.

Tan solo me había quedado ahí parada, con el vaso de vidrio en mi mano derecha, descalza, con el cabello revuelto, con la boca abierta y mi pijama ridícula...Observando fijamente al hombre que había acabado de salir por aquella puerta. Admito que por un momento me sentí mal por haberle hablado de aquella forma.

Pero...Puff, ¿Quién se creía que era? Yo tenía razón, yo tenía más modales de los que él o cualquier otra persona pudiese tener, le había hablado de esa manera por el simple hecho de que se lo merecía, él jamás, ni un solo minuto de su asqueroso tiempo me había tratado de buena forma, ¿Por qué yo si tenía que tratarlo como tal? Sé que a veces yo podía llegar a ser un poco <<Mal hablada>> pero generalmente solía ser bastante educada con gente que si se lo merecía. Entonces pensé en aquel instante que no debía sentirme culpable por hablarle así, pues seguramente él no se sentía culpable de tratarme como lo hacía, lo único que yo sabía y era consciente era que jamás en mi vida había conocido a una persona tan irritante. ¡Cómo era posible que me hiciese quedar como un zapato en frente de mi madre! Por suerte, yo era bastante inteligente y había logrado salir del incomodo momento, a base de mentiras, pero no me había quedado de otra.

Recuperé mi compostura y finalmente opte por servirme agua, luego de cinco vasos decidí subir a la segunda planta de la casa y empacar la poca ropa que había traído. Por suerte, vivíamos justo al lado y no entendía el por qué mi madre había dicho que me quedase aquí, pues yo hubiese podido quedarme en la nueva casa completamente sola sin supervisión, ya no era una niña, pero mis padres no parecían entender eso. Me despedí de Bethany diciéndole que la vería en la empresa el lunes para comenzar las prácticas, ella (Como siempre) me brindó una brillante sonrisa y me dio su número para que le hablase por mensaje de texto cuando quisiera, le acepte pero en mis adentros sabía perfectamente que no lo haría. Jamás seria amiga de una persona como ella.

****

Me encontraba leyendo un libro en mi habitación cuando escuché la puerta de la entrada abrirse. Me levanté del sofá y bajé lentamente las escaleras hasta la primera plata y me dirigí a la cocina y divise a mi madre dejando las bolsas de sus compras en la encimera. Me senté en un lado y la observé, la extrañaba, siempre la extrañaba así solo fueran cinco minutos sin su presencia y ya la echaba de menos. No hacía falta decir mucho, pero mi madre era mi vida, mi sol, mi luna, mis estrellas, mi mar, mi universo...Podría describirla de bastantes maneras pero si había una en especial era...Maravillosa. Era una mujer maravillosa, sin excepciones.

— ¿Qué tanto me observas? —Mencionó. — ¿Acaso quieres ayudarme a desempacar las bolsas? —'Preguntó divertida.

Hice un gesto de desaprobación.

—Claro que no. Para eso están los empleados mamá.

—Eso supuse. —Dijo al ver mi reacción. —Los empleados no tienen que hacerlo todo, Alyssa. Nosotros también tenemos manos mi pequeña.

No sé con exactitud lo que sucedió, pero en aquel instante recordé las palabras de Andrew Donovan de esta mañana, se me vino a la mente sus ojos chispeantes y no pude evitar sentirme extraña en aquel momento.

Ignorando ese sentimiento, mientras esperé a que mi madre guardase todo lo que había comprado correctamente en la alacena, la empleada quien trabajaba hace años para mi familia y cuyo nombre no me acordaba, nos había preparado un té a mi madre y a mí y lo tomamos en el salón principal mientras estuvimos hablando y haciéndonos compañía ya que mi padre no regresaba sino hasta mañana de su viaje. Luego de ese bello tiempo con mi madre, opte por irme a dormir, aun me dolía la cabeza y estaba que caía desmayada de sueño, me sentía realmente cansada y tan solo pensaba en quedar en un estado de coma, por lo menos, hasta mañana.

Subí a mi habitación y me quité el abrigo, entré a la habitación donde guardaba mi ropa y en uno de los estantes vi el montón de pijamas que tenía, todas con dibujos algo "Infantiles" me sentí avergonzada de mi misma, ¡Por Dios Alyssa ya tienes diecisiete! Seguramente mañana le diría a alguien que botase todas aquellas pijamas y seguramente le diría a mi padre que me comprase unas nuevas, opté luego por ponerme una camisa de tirantes blanca que solía usar cuando iba a la playa y un short de esos que solía usar de vez en cuanto, eso mientras pudiese ir de compras a elegir pijamas nuevas y dignas de una adolescente.

Antes de poder acostarme, me di cuenta de que hacía más frio de lo normal, no tardé en observar la ventana que daba vista a la calle, pues la ventana era larga iba casi desde el suelo hasta un poco más abajo del techo con algunos alambres de bronce adornándola y que también servían de seguridad para que nadie entrara. Cuando me encaminé a cerrarla me sorprendió ver que había exactamente una misma ventana en la casa de los Donovan.

Pero lo que me sorprendió aún más fue ver como de pronto aprecia en mí vista dos personas besándose y tocándose de manera asquerosa. Hice una mueca de desaprobación y asco pero aun así no podía despegar mi vista de sus cuerpos, al principio pensé que era Bethany ya que aquella chica llevaba cabello negro y corto, pero no, descarté esa idea cuando pude diferencia la cara de Andrew ante mis ojos. Mientras él seguía besando a la chica abrió los ojos, vi su sorpresa al notar que yo los estaba observando desde el otro lado, pero a él no pareció importarle, porque seguía besándola y mientras lo hacía volvió a repasar mi cuerpo con la mirada, de la misma forma que lo había hecho cuando lo había conocido y hoy en la mañana. Entonces, estiró su brazo y movió la cortina color amarrilla lo agradecí internamente ya que había quedado en un estado de Shock ante semejante escena.

Yo hice lo mismo, corrí la bonita cortina roja y cerré la ventana. Apagué las lamparitas de mi habitación y me acosté sobre las sabanas con unos ojos azules obstruyéndome los sueños.

*****

Que tengan linda noche, tarde o día. ♥

Daniel Sharman como mi Andrew.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP