Capítulo 18. Una grieta en la mascara... grave error.

El silencio que quedó en la habitación era sofocante, más pesado que cualquier grito, más cruel que cualquier palabra. La piel aún ardía, húmeda por el sudor, impregnada del roce de una batalla que ninguno quiso perder, aunque tampoco uno de ellos salió vencedor.

Emiliano permanecía acostado cerca del borde de la cama, con el torso desnudo y sudoroso, sus músculos ahora tensos como cuerdas a punto de romperse. Su respiración seguía agitada, desordenada, profunda, como si cada bocanada de aire le costara un precio que no quería pagar.

Mariana o Emilia, como debía ser llamada bajo esa máscara de luna de miel, yacía tendida a unos centímetros de él, con el cuerpo todavía tembloroso por la intensidad de lo que habían compartido.

No había sido una entrega total, pero tampoco fue un rechazo. Fue una danza a medio camino, una tortura mutua que terminó drenándolos hasta quedar exhaustos.

Ella giró apenas el rostro sobre la almohada, y sus