Levanté la mirada hacia él, sonriendo con fingida indiferencia: —Sí, ¡muy amables contigo! Señor Lucas, ¿quién podría oponerse a ti?
—Ese tono tuyo suena sarcástico.
Suspiré internamente, sin saber qué nos depararía el futuro, sin atreverme a hacer ninguna promesa.
Lo acompañé hasta su coche y no pude evitar agradecerle: —De todos modos, gracias por venir inmediatamente y por organizar la protección con guardaespaldas. Te lo agradezco mucho.
Lucas, ya sentado en el coche, me miró con seriedad al escucharme: —¿Por qué eres tan formal conmigo? Me pone nervioso.
Sonreí: —No pienses demasiado, es simplemente gratitud.
—Mmm —asintió y luego me hizo un gesto con la mano para que me acercara.
—¿Qué?
Sin más, extendió el brazo, me agarró por la nuca y me atrajo hacia él para darme un beso firme.
—Eres tan... ¡en pleno día! —me aparté nerviosa, mirando a ambos lados.
Lucas cerró la puerta del coche y bajó la ventanilla para decirme: —Vuelve temprano esta noche, te estaré esperando.
—¿Volver? ¿A