En medio del silencio, mis brazos descendieron lentamente.
Los bordes del abrigo abierto se separaron.
Quizás por el tema de conversación anterior, mi atención se desvió y sentía que el cinturón de seguridad, presionando entre mi pecho, lo hacía parecer más... prominente.
Quería volver a cubrirme con el abrigo, pero me daba vergüenza hacer el movimiento.
Durante el prolongado silencio, miré discretamente a Lucas por el rabillo del ojo.
Estaba pegado a la puerta del auto, con un codo apoyado en la ventana, sosteniendo suavemente su mentón.
Entre el parpadeo de las luces de la calle, vi su nuez de Adán moverse, y me pareció inexplicablemente sensual, muy masculino, incluso pensé... si él también estaría conteniendo algo.
Tragué saliva involuntariamente y quise buscar un tema de conversación, pero antes de poder pensar en algo, su teléfono sonó.
Lucas se movió y extendió el brazo cerca de mí para alcanzar el bolsillo de su pantalón. Instintivamente, me aparté un poco para darle espacio.
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