Me di cuenta de que si no me importara tanto Lucas, jamás me preocuparía tanto.
En este momento, comprendí verdaderamente el dicho: "Gustar es poseer, amar es contenerse".
Mis sentimientos hacia Lucas, en solo unos meses, habían superado mi relación con Antonio de seis o siete años.
Me había enamorado, por eso estaba tan nerviosa e insegura.
No sabía si me había enamorado demasiado rápido o si Lucas era simplemente demasiado encantador.
—Siendo tan extraordinario, ¿por qué vas a dejarme en mal? —Me acarició la cara con ternura—. María, sé un poco más egoísta, serás más feliz.
Lo miré, sintiendo que mis defensas se desmoronaban.
—Ya es tarde, ve a prepararte para dormir. Mañana vendré a verte —me dio una última caricia en la mejilla y apretó suavemente mi hombro.
Asentí: —Sí, ve con cuidado.
Lo observé marcharse. Cuando cerró la puerta, solté un largo suspiro y me senté cerca de la mesa.
Las piernas seguían doliéndome, pero después de todo un día, estaba algo entumecida. El dolor era me