Me sentí acalorada en el pecho y ya no pude rechazarlo más.
—¿Qué? ¿No era que la familia de Antonio era súper rica? —preguntó inmediatamente alguien del grupo.
Daniela los miró con desdén: —¡Se nota que no han visto mundo! Ese es un Pagani de alta gama, edición limitada personalizada. No es solo cuestión de dinero, se necesitan muchas conexiones para poder comprarlo.
—Wow... —todos quedaron boquiabiertos.
Daniela me miró: —¿Tu esposo tiene esa capacidad?
Sonreí y dije con naturalidad: —Nunca dije que fuera mi esposo, ¿acaso no puede ser un amigo?
Otra persona exclamó asombrada y preguntó curiosa: —María, dicen que alguien gastó 30 millones en una pulsera para ti, ¿no será este amigo del Pagani?
Le respondí con otra pregunta, sonriendo: —¿Tú qué crees?
Daniela se sorprendió nuevamente: —¿30 millones por una pulsera? Eso es para engañar a los ingenuos. Ni los ricos son tan tontos.
Una antigua compañera intervino: —Es verdad, fue en la subasta benéfica de la Casa Gaude en San Joaquín de