Capítulo 64. Las reglas del juego.
La noche había sido larga. Demasiado.
Desde el momento en que Sebastián abandonó el salón con esa mirada de acero, Melisa no había podido pensar con claridad. Había dormido apenas unas horas, si es que a esos parpadeos intermitentes se les podía llamar sueño.
Se despertó antes del amanecer, con el corazón en vilo y la garganta seca. Su pequeño Bastián seguía durmiendo, su manita aferrada al peluche que su padre le había entregado ese día antes de alejarse de él. Sebastián no se lo llevó… al menos no aún. Pero eso no quería decir que estuviera a salvo.
Y lo sabía.
Porque Sebastián Novak no era un hombre que amenazara en vano.
Se vistió con calma, tratando de no despertar al niño. Llevaba un vestido sobrio, el cabello recogido en una coleta baja y el rostro sin una gota de maquillaje. No era momento de aparentar nada.
Tomó su bolso y dejó una nota a la niñera que Jenny le recomendó antes de salir a su luna de miel, y quien estaba con ellos desde la noche anterior. Luego salió del hotel