173. La otra cara de la felicidad
Mi auto se detiene frente a la mansión Hikari, y por un momento me quedo contemplando la fachada blanca, impecable, bañada por la luz suave de la mañana. No importa cuántas veces venga, siempre me impresiona. Parece diseñada para que cada visitante recuerde exactamente quién es la familia que reina aquí dentro.
Bárbara camina a mi lado en silencio. Trae entre las manos un pequeño paquete envuelto en azul pálido: un regalo para Alexis. Sé que lleva toda la semana eligiéndolo, fingiendo que no le importaba mucho la visita… aunque yo la conozco demasiado bien como para creerle esa actuación.
Danna abre la puerta antes de que toquemos. Su sonrisa ilumina todo.
—¡Por fin llegaron! —susurra Danna, emocionada, mientras se acerca a nosotras—. Tienen que verlo, Alexis está de un humor precioso hoy.
Nos recibe con un abrazo cálido, primero a mí y luego a Bárbara, como si quisiera envolvernos a ambas en esa misma alegría que trae cargando desde que nació el bebé.
Apenas cruzamos el vestíbulo