147. Primera cita frente a la pantalla grande
Me miro por última vez en el espejo, alisando con las manos la minifalda de vinilo negra que abraza mis caderas como si hubiera sido diseñada solo para mí. Llevo puesta una blusa blanca de mangas abullonadas, con un escote profundo que deja al descubierto la curva insinuante de mi pecho. Los botones dorados al frente le añaden un toque elegante, algo que grita, sin vergüenza, que no soy una chica cualquiera. Mi cabello está suelto, con risos definidos que caen sobre mi espalda. Unas argollas doradas cuelgan de mis orejas y mis labios, rojos como un semáforo en alto, se ven deliciosamente provocativos.
Los zapatos… oh, los zapatos. Altos, imponentes, de plataforma gruesa, negros con una tira que abraza mi tobillo. Son los protagonistas silenciosos de esta noche. Saben que lucen bien. Lo sé yo también.
Miro el reloj. Las manecillas marcan la hora exacta que me prometió. Cuando llaman a la puerta, no necesito preguntar quién es. Ya lo sé.
Camino con seguridad, sintiendo el sonido huec