Capítulo 30: Omisión
- ¿Qué? – Natalia se asustó un poco al escuchar esa voz desconocida.
- No lo voy a repetir, mujer insolente.
Natalia frunció el ceño y en eso noto que parado bajo la sombra del árbol de la entrada estaba un hombre mayor, vestido con un traje a la medida sujetando un bastón negro con ambas manos.
- ¿Quién es usted y como entro a mi casa?
- ¿Seguro que no sabes quién soy? – preguntó avanzando hacia la luz para revelar su rostro.
Natalia frunció el ceño al ver a ese anciano, pero en eso algo hizo clic en su cabeza, ya que ese rostro pese a los años no había cambiado mucho.
- Us… usted…
- Vaya, es bueno saber que no olvidas las jerarquías y ahora te repito ¿en serio vas a tratar de humillar a mi nieta haciendo que se desnude en la entrada de esta cosa que llamas hogar?
- No yo jamás… que… espere… ¿Qué quiere decir con nieta? – dijo horrorizada notando que el viejo se acercaba y colocaba su mano sobre el hombro de Erika – no… no…
- Espero que recuerdes lo que les pasa