GIANNA RICCI
La tensión se podía cortar con un cuchillo, el ambiente se sentía… viciado. Christian volvió a ser una dulzura cuando por fin mi padre me soltó y de una manera muy extraña terminamos los cuatro sentados alrededor de la mesa. Christian adoptó una postura relajada y al mismo tiempo, parecía protector, siempre cerca de mí, siempre tomándome de la mano y dedicándome miradas profundas. Parecía que estaba listo pasa saltar en cualquier momento si intentaban sacarme del departamento por la fuerza, y no podía sentirme más agradecida.
—Si tanto la quieres, chico… Lo mejor sería que la dejaras libre —dijo mi padre viéndolo fijamente y sin tomar su café.
—Gianna, ¿por qué no les cuentas a tus padres que conseguiste trabajo? —interrumpió Christian ignorando a mi padre y