JIMENA RANGEL
—No, no se trata de tu bebé, él está bien —contestó por fin viéndome a los ojos e hincándose ante mí—. Jimena, antes de que diga lo que tengo que decir, solo quiero que sepas que… sigo muy arrepentido por no haber hecho bien las cosas antes y…
—Bennet, no tiene sentido que hagas esto —lo interrumpí empezando a sentirme molesta. El día era demasiado hermoso como para abrir heridas.
—Tengo que hacerlo, porque no hay día que no me torture la idea de que perdí a la mujer más maravillosa que la vida puso en mi camino —contestó con determinación y dolor en los ojos—. Perdón por no haber visto más allá de mi egoísmo e inseguridades. Perdón