JIMENA RANGEL
—Tendrás que hacerlo, porque es mi hijo. La única manera en la que me detendrás es que lo abortes y dudo que quieras hacerlo. ¿Quieres mis riñones? ¿Quieres asegurarte de que por cualquier emergencia estaré ahí para él? Bien… negociemos. —Bennet intentó recuperar su fortaleza, la que siempre lucía frente a todos—. Te daré todo lo que me pidas, pero mi apellido estará en el acta de nacimiento y podré visitarlo. No quiero pelear por una custodia, porque sé que eso te rompería el alma, sabes que tengo derecho por ser el padre de una custodia compartida, pero llevarme al niño sería como arrancarte el corazón, lo único que te pido es poder visitarlo, estar ahí en sus cumpleaños, llevarlo a la escuela, ser parte de su vida…