SLOANE D’MARCO
—No lo sé… no creo que esto funcione —dijo Derek viendo a los niños sentados en la mesa, llenando y garabateando unas libretas muy parecidas a las que mi padre usaba para sus bitácoras.
—Soy el doctor Gerardo y usted tiene piojos, le recomiendo estas inyecciones —dijo el pequeño trillizo mientras fingía su voz por una más madura y gruesa.
—¡Y no se tiene que bañar por una semana! —exclamó mi pequeño Brian, anotando su protocolo con dedicación—. ¡Mejor por dos semanas!
—Un momento… ¿Estamos jugando a que somos doctores? —preguntó Bruno con cara de susto.