DEREK MAGNANI
No sabía qué me preocupaba más, si la herida en el abdomen de Jimena o el hecho de que estaba drogada. Mi primera intención fue lanzarla por la ventana y que Eliot la cachara. Confiaba en sus habilidades, pero después pensé que sería demasiado brusco para ella, así que lentamente la fui dejando caer hasta que solo la estaba sosteniendo por las manos. Eliot, estando abajo, la tomó por las piernas, pero Jimena creyó que sería divertido comenzar a balancearlas, como si el juego consistiera en no dejar que Eliot la tomara.
—¡Compórtate! —exclamé y ella volteó hacia mí, con las pupilas dilatadas, el cabello revuelto y una sonrisa soñadora.
—Oblígame, Eliot 1 —dijo divertida e inocente.
—¿Eliot 1? —refunfuñé y torcí la mirada antes de soltarla. Con cuidado Eliot la tomó en brazos y alzó una ceja, aparentemente ofendido.
—¿Yo quién soy? ¿Eliot 2? —preguntó y Jimena comenzó a subir y bajar su dedo por los labios de Eliot, haciéndolos rebotar para distorsionar su voz.
—Sip —co