SLOANE D’MARCO
Mientras terminaba mi dictamen donde afirmaba que el comportamiento de Eliot Magnani, mi paciente, estaba resultando contradictorio y parecía ajeno a su personalidad y psique, mi padre tocó a la puerta de la habitación un par de veces, dándome oportunidad de cerrar mi computadora antes de que él entrara.
Giré sobre mi asiento y me quité las gafas, tallando mis ojos cansados por la luz de la pantalla antes de dirigirme a él.
—He notado a Brian algo retraído… ¿todo está bien? —preguntó sentándose a la orilla de la cama—. ¿Tú estás bien?
Suspiré apesadumbrada, temiendo que el comportamiento de mi bebé se debiera a la horrible interacción que tuvimos Derek y yo. De solo acordarme me volvía a hervir la sangre. Entendía que Cristine quisiera moverse por el camino de la paz, sabía tan bien como ella que Derek era víctima de sus impulsos y que, en realidad, de culminar su venganza, solo tendría más problemas de los que ya tiene, pero si ya se le había dicho que reaccionara y