— ¿Puede respirar mejor? — Me pregunta Milo de inmediato, iluminando mis ojos con un aparato que no tengo ni idea de dónde sacó.
¡Pobrecito, él cree que su suspicaz secretaria se va a tragar su teatro!
— Señora Gaillard ¿Se siente mejor? — Parpadeo y levanto mis manos para soplarme las mejillas.
Por la expresión de la secretaria, está claro que esto es una perdedera de tiempo, pero no hay que quitarle a los enfermos su placebo. Así que le seguiré la corriente al pobre de Milo.
— Me siento mucho mejor doctor Leroux, gracias — Respondo con mucha sinceridad, aunque me hubiese gustado disfrutar un poco más de sus servicios médicos.
Me vuelvo hacia la secretaria mientras veo a Milo casi que corriendo fuera del consultorio.
— Elsa, la señora Gaillard se hará una ecografía el viernes al final de la tarde. Bloquéalo en mi agenda, por favor y discúlpame con las pacientes que esperan y pásalas con otros doctores o agéndalas de nuevo — Habla tan depris