ENOJADA Y ATRAPADA

Llego al estacionamiento donde está esperándome Miguel Ángel, veo al profesor subirse a su auto y marcharse.

— Síguelo. — Le doy una orden muy furiosa a Miguel Ángel, este me mira sin creer lo que le pido.

— ¿Que piensas hacer pequeña demonia?

— Voy a joder le, la vida.

— Respira profundo y cálmate. — Pide tomando mi mano.

— Estoy furiosa. — Digo sin siquiera mirarlo.

— ¿Que te pasa mi peque? — Pregunta sujetando  mi mano.

— Estoy echando chispas Mig. Siento tanto coraje. — Digo con mucha indignación

— ¿Quien se atrevió a decirte que no?

— Todos Mig, todos. Llévame a mi refugio, quiero relajarme ¡Ahora!.

— Como diga la princesa. — Expresa con una sonrisa y guiñando me un ojo.

Conduce rumbo al club que me regaló mi abuela Gaia. El IMPERIAL CLUB a esta hora no hay nadie y si los hay Mig se encarga.

Veo los edificios que van pasando mientras avanzamos, metida en mis pensamientos.

"Grandísimo idiota, profesor, pero te juro que te arrepentirás, te voy a joder la vida."— Pienso

— ¿Por qué tanto coraje en contra del profesor? Princesa. — Pregunta Migel Ángel, mirándome de vez en cuando.

— No lo sé. Solo sé que me es imposible tenerlo cerca de mí.

" Nadie debe saber que me inquieta su presencia desde el primer momento en que lo vi." — Digo metida en mis pensamientos.

— ¿Alguna fuerte razón?

— Miguel Ángel, me conoces y sabes que cuando no soporto a alguien es imposible una relación afectiva.

Llegamos al club por el estacionamiento privado, y voy al ascensor que me lleva directamente a mi piso.

Voy al camerino, Ángel del pecado, mi nombre de bailarina, resalta en la puerta, entro me coloco mis mallas para el ensayo y lo que nunca le falta a Ángel del pecado, su máscara.

Pongo la música, y comienzo mi danza aérea, es la que me llena de adrenalina, sentirme en el aire, me da la sensación de escapar a un mundo diferente.

****

En otro lado

Luego de que Luggina abandonara la oficina del director, sus amigos y hermano salieron tras ella, y al no alcanzarla decidieron salir a organizar su fiesta le darían una sorpresa por no apoyar su capricho. Cambiar la temática de la fiesta era una sorpresa. Usar máscaras.

— La llamaré para decirle que estamos en el yate. — Dijo Francesca tomando su celular y marcando sin tener respuestas. - No contesta.

— Yo llamaré a Miguel Ángel. - Expresó con una sonrisa la pequeña Bianca, marcó y la respuesta a la llamada fue inmediatamente escuchada por ella.

— ¡Hola! Pequeña bonita. Respondió al momento Miguel Ángel.

Los labios de Bianca dibujaron una sonrisa que le llenó los ojos de un brillo que no pasó desapercibido para sus amigos.

— Uuuuu. — Carcajadas se escucharon a su alrededor, que se vio obligada a salir del lugar para hablar.

— ¡Hola! Miguel Ángel. — Respondió y una sensación recorrió su cuerpo.

Su corazón latió más fuerte,Bianca estaba enamorada, amaba a Miguel Ángel y ella era correspondida pero sin saberlo.

— Miguel por favor, pasame a Luggina, la estamos esperando en el yate, salió muy enojada y queremos hablarle.

— Ella Me dejó sus cosas está en su refugio y cuando ella está ahí ya sabes cómo es, a nadie le permite estar dónde ella está.

— ¡Bien! Ya vamos para allá. No le digas que vamos. Por favor.

— Está bien Bianca, no le diré nada.

Cortó la llamada y les dijo a sus amigos dónde estaba y salieron en su búsqueda.

Miguel se acercó y le dijo a Luggina que sus amigos llegarían en cualquier momento,

— Peque, Bianca acaba de llamar todos irán al centro ecuestre, piensan que está allá.

Ella bajó del escenario para salir corriendo cambiarse y marcharse al centro ecuestre.

— Estoy lista en un momento y salimos.

Dijo entrando nuevamente a su camerino y colocarse algo ligero y rápido.

Salieron tan de prisa al centro que lo primero que hizo cuando llegó fue correr a donde estaban ubicado los boxes, lugar donde descansan los caballos.

Llegó y pidió que preparen a su caballo Pegazzo y salió a montar.

Metida en sus cavilaciones, a lo lejos vió a sus amigos y se alejó aún más.. No quería hablar y mucho menos escuchar sus escusas para no ayudarla a ir en contra del profesor.

— ¡Hey! Lugg — Gritó una de ellas llamando su atención.

— Nos vió y se está alejando. — Expresó Francesca con un poco de tristeza.

— Déjala que se relaje, sabes cómo se pone cuando le llevan la contraria.

Le dijo Dante mirándola alejarse cada ves más.

Luggina salió del lugar de entrenamiento, tomó otro camino que la alejó de todos, cabalgó para despejar su mente.

¿Por qué le afectó tanto ese profesor?

La sacó de su lugar de confort, vio que no sería fácil, que no le sería fácil lidiar con un arrogante muy igual a ella, como lo era Alexander Santini.

Llegó a un lugar era un mirador, se podía apreciar gran parte de la ciudad, desmontó ató a Pegazzo y caminó por el lugar.

Una voz magnética pero sutil la trajo de regreso.

— ¿Por que tan sola? — Esa voz le recordó al innombrable.

— No estoy sola, estoy con mi caballo y es muy buena compañía.

Le contestó sin dejar de mirarlo. 

"¿Será posible?" — 

Se cuestionó mentalmente.

— Suelo venir aquí muy seguido, es mi lugar favorito. — Expresó Luggina caminando en dirección a las barandas y mirando la lejanía, aquel lugar calmaba sus demonios internos.

— Yo recién lo descubro, y también será mi lugar favorito.

— ¿Por qué no te quitas ese protector? Se puede apreciar más sin necesidad de llevar un lente protector.

— ¿Te doy miedo? Preguntó aquel desconocido.

— No le tengo miedo a nada, ni a nadie.

Una risa se escuchó detrás de ese protector que cubría su rostro, era la ventaja a su favor haver ido en esa moto.

— Entonces seremos La dama y el enmascarado. — Le expresó con sorna.

— ¿Es en serio. No me dejarás verte?

— ¡No! Después sales huyendo. — Dijo entre risas y caminando también a las barandas.

— Es una vista hermosa. — El enmascarado cambió el tema al verla tan lejana.

— ¿Te preocupa algo? — Interrogó el desconocido

— No, solo fue un mal día.

— ¿Un mal día? — Le responde con otra pregunta el entrometido enmascarado.

Lo mira fríamente y cortante responde.

— ¡Si! Un mal día. ¿Acaso no entiende el idioma?

Giró sobre sus talones caminó hacia el caballo y salió

El desconocido la miró marcharse.

" Es una niña caprichosa y muy difícil de tratar."

También subió a su moto y se alejó del lugar, era mejor que estar ahí pensando en esa caprichosa niña.

Luggina llegó al área de entrenamientos nuevamente, dejó a Pegazzo en manos del caballerango y fue al área de recreación donde estaban sus amigos.

— ¿Que hacen aquí todavía los traidores? — Preguntó con sarcasmo, mientras se acercaba a ellos.

— No somos traidores Luggina — Se defendió Francesca.

— ¿¡No!? Pues claro que lo son, me dejaron sola con...... con..... con el profesor ese.

Respondió moviendo sus manos como restandole importancia.

— Bianca, ¿Tú piensas lo mismo?

— No Lugg, tú sabes que trato de mantenerme dentro de las líneas de la compostura ¿sabes cómo es mi padre?

Luggina entendió la situación de Bianca.

— Disculpa amiga, estoy mal, hoy no ha sido mi día.

Habló tomando sus cosas y caminando hacia Miguel Ángel.

— Dame las llaves por favor.

Todos miraron muy sorprendidos a Luggina

— ¿Es en serio?

Preguntaron al unísono y mirándola y mirándose entre ellos.

— ¿Estás pidiendo por favor? — Le preguntó con sarcasmo Nicoleta.

Luggina ignoró cada palabra de sus amigos.

— Peque, no hace falta que te vallas sola, puedo ser invisibles, es mi trabajo.

— Lo sé Miguel Ángel, pero quiero estar sola. — Expresó con nostalgia en su voz.

Miguel Ángel le entregó las llaves y decidió seguirla a distancia..

Luggina se sentía confusa, le inquietaba ese profesor. Era algo que no podía explicarse ella misma.

No podía sacarlo de sus pensamientos, ella no era así y eso le molestaba, siempre tenía el control de sus emociones y ahora no. Ahora quién controlaba sus pensamientos era ese innombrable hombre. Era la primera vez que sentía algo por un hombre.

— ¡ Aaaagh!.

Gruño dándole un golpe al volante, luego lo apretó con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron blancos.

— ¿Por que te metes en mis pensamientos.?  ¡Joder! Me jodes la existencia profesor.

Aceleró tanto, era algo que también le gustaba, la velocidad. Llegó a casa subió a su habitación, se metió al baño, y bajo la lluvia artificial para relajarse totalmente.

Salió del baño con su cabello envuelto y un albornoz, salió a la terraza de su habitación, miró por largo rato al cielo. Bajó la mirada y justo ahí sus ojos no podía creer lo que veía, el profesor ahí en su casa.

— "¿Que carajos hace aquí?"

Se preguntó mentalmente.

Lucciano levanto la mirada y dibujó una calidad sonrisa.

Luggina caminó al interior de su habitación, deslizó su albornoz, y quedando completa mente desnuda se metió a su cama.

— Suficiente del profesor por hoy. — Se dijo mental mente.

Cerró los ojos para dejar de pensar, y fue entonces que vió una sombre ente las cortinas de las grandes puertas del balcón.

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