—Lo que pasa es que ustedes comen bien solo a la hora del almuerzo, sin embargo, al desayuno comen super poco — dice Maik en tono de regaño.
—Puede ser, pero bueno. Ya vamos y así hacemos algo por la tarde, ¿Qué les parece? — les digo caminando hacia la puerta que ya tiene abierta Paúl.
—Hoy hay una fiesta en casa de Fede — nos informa — Que dicen ¿Nos apuntamos? — pregunta Adam levantando su cabeza y ojos del celular.
—Sí claro. Porque no, Además ya les queda poco de vacaciones, si no tienen ningún problema para ingresar a las carreras, tienen que centrarse en estudiar luego — dice con seriedad Maikol.
—Claro que sí hermanito por quien nos tomas eh — dice Liam dándole palmaditas en el hombro a su hermano, para luego caminar a la camioneta que está detrás de la mía, siendo seguido por Adam. Raúl sube al piloto y Félix les abre la puerta para que ambos entren.
—Ojalá que todo vaya bien — dice Maikol con voz preocupada.
—Tranquilo chicos. Que si pasa algo malo, recuerden las palabras de la tía Gabi, Siempre nos apoyemos sea en las buenas o las malas, así como cuando éramos pequeños y nos cubrimos entre nosotros — dice ella mientras sube primero a la camioneta, luego le sigue Maikol y luego yo, por lo que, al estar sentada frente a ellos, Paúl cierra la puerta mirándome fijamente como siempre.
—Así es… Recuerdo que al final siempre nos pillaban — dice Maik recordando esos momentos mientras se dispone a servir vodka en los vasos, entregándonos uno para nosotras — Sin embargo, nunca nos echamos la culpa, ¿Recuerdan?, solamente decíamos que había sido un accidente y que los tres éramos culpables y si iba a castigar a alguien que nos castigaran a los tres. Recuerdo cuando la tía Gabi se enojaba con nosotros por romper sus jarrones — dice riendo con los ojos tristes mientras revuelve su vaso y toma un trago — Y cuando nos decía que nunca cambiáramos. Que en nosotros se reflejaba una amistad pura y sincera, pasara lo que pasara... Siempre nos tenemos que apoyar y que, a pesar de ser unos revoltosos, nos amaba a todos como si fuéramos sus hijos — agrega mientras veo caer lágrimas por sus ojos, al igual que yo y Jessi — Se acerca la fecha ya — dice sonándose la nariz, por lo que toma el bolso de Jessi y le veo sacar unos pañuelos desechables.
—Sí — dice Jessi tomando un sorbo de vodka, para luego colocar sus codos en las rodillas y la cabeza afirmada en una mano.
—Sigue doliendo tanto — digo tratando de respirar profundo y no caer por completo frente a ellos.
—Se echa tanto de menos los gritos de frustración de la tía Gabi porque le ensuciamos el piso o lo mojamos por estar jugando o como cuando dejábamos que Lotti (la perrita de Jessi) subiera a los sillones o la vez que se nos ocurrió juntar al hámster de Maik con el gato de Sol y lo terminó matando — dice riendo — Creo que teníamos unos nueve años cuando paso… Si mal no me equivoco —
—Si lo recuerdo. Porque quedamos con traumas y no nos dejaron tener más mascotas luego de eso — digo riendo levemente mientras limpio las lágrimas que quedaban en mi cara.
—¡Si! y yo quedé sin hámster y sin ninguna mascota — dice esta vez Maik serio, pero le duró poco ya que se puso a reír.
—¿Recuerdan cuando nos escapamos del colegio y fuimos a la empresa de mi papá para que nos llevará al parque de diversiones? — les pregunto con una risa de nostalgia — Y de tanto insistir… Nos llevó y para su mala suerte como éramos muy pequeños aun, le tocó subir con nosotros a las atracciones que queríamos y además que iba incomodo ya que andaba con su traje de trabajo…— digo cerrando los ojos para botar todo el aire que retenía retenido en mis pulmones — Siempre será muy difícil el poder recordar esos momentos que fueron de felicidad y que ahora son recuerdos con una mezcla de nostalgia, por añorar volver a ese día y vivirlo nuevamente para tomar su mano y saber que está ahí... Esperando por nosotros — digo colocando mis manos en la cara, mientras se me escapan sollozos sin poder evitarlo.
—Tranquila linda, todos les extrañamos muchísimo — dice Jessi tomando mi mano — No hay día que no se extrañe su ausencia...Y cuando llegue el día estaremos para ti… ¿Está bien? — anima Jess mientras que Maikol me entrega pañuelos y con eso me limpio las lágrimas y mi nariz.
—Está bien — les digo dándoles una sonrisa media apagada.
—Estaremos ahí para ti Sol. Jamás estarás sola — dice Maikol sobándome la rodilla — Todo estará bien — asegura dándome una sonrisa tranquilizadora. Respiro profundo y suelto todo el aire, para luego asentir a sus palabras en afirmación y forzar una sonrisa.
—Si chicos… Realmente le doy gracias a Dios por tenerlos a ustedes, gracias por ser así como son conmigo y saben que también contarán conmigo siempre — les digo sonriéndoles con sinceridad y más tranquila.
—Eso espero eh — dice Jessi riendo — Te queremos un montón — dice abrazándome por los hombros, ya que se cambió de asiento y ahora está al lado mío, aunque nos separa los brazos de ambos asientos.
Al pasar unos diez minutos más veo que la camioneta se detiene y al mirar por las pequeñas ventanas logro ver las grandes rejas color plateado que indican que estamos cerca de la mansión Williams. No pasa mucho cuando ambas puertas se abren, dándonos el acceso a continuar. Al llegar a la entrada de la gran casona, Paúl es el primero en bajar y abrirnos la puerta a nosotros.
—Gracias — le digo mirándolo mientras me bajo. Recibo una sonrisa de parte de él haciendo que mire hacia adelante con un tanto de incomodidad.
Al ya estar abajo los tres, vemos que Liam y Adam caminan hacia nosotros.
—¿Oye estás bien? — Me pregunta preocupado Adam y debe ser por mi aspecto que tengo ahora.
—Claro que sí — le respondo dándole una sonrisa y abrazándolo.
—Bien. Aré como que te creo — dice él con su cara en mi cuello.
—¡Vamos ya! — exclama Jessi mirándonos, por lo que deshacemos el abrazo y comenzamos a caminar juntos de la mano.
Al subir las escaleras para llegar a la entrada, Jessi es quien abre la puerta, entrando como si fuera su propia casa, por lo que nosotros reímos.
Al ir pasando por el recibidor nos encontramos con Caro.
—¿Caro puedes decir que sirvan el almuerzo para los cinco Por favor? — le pido mirándola.
—Claro, enseguida — dice dándonos una sonrisa para luego dar la vuelta y caminar hacia la cocina. Mientras tanto decidimos caminar a la sala de estar para descansar un poco.
Nos ponemos a ver los chismes que hay en la tv. De repente escuchamos el sonido del teléfono fijo de la casa y luego de unos minutos un grito desde la cocina me hace saltar.
Nos miramos entre nosotros y segundos después nos levantamos como un resorte de los sillones para caminar lo más rápido que nuestros pies nos lo permitan.
Al salir de la sala de estar y pasar por el recibidor para llegar a la cocina vemos a una Amanda en el piso y con ojos llorosos, nadie dice nada, por lo que yo camino temerosa y recojo el teléfono que se encontraba en el piso también.
—¿Bueno?... ¿Hay alguien ahí? — digo casi en un susurro sintiendo mi corazón palpitar con fuerza al saber que es algo grave lo que dirán sea quien sea.
—Sol… Linda soy Arthur — responde con notoria dificultad — Quiero que no te alteres ¿Bueno?... Estoy llegando al hospital ahora. Tu abuelo se empezó a sentir mal, no respiraba bien y terminó por desmayarse, ahora estamos llegando, tienes que venir Sol, lamento decirte esto, pero Leonard no creo que pase de esto, lo siento mucho — y con esas palabras el mundo a mi alrededor se detiene.
Lágrimas asoman por mis ojos de inmediato. El teléfono se me resbala de mi mano y cae al suelo junto conmigo.
Parpadeo repetidas veces y respirando entre cortado mirando a mi alrededor y escuchando de lejos las voces de los chicos — ¿SOL? — nuevamente escuchó decir a Arthur. Tomó el teléfono y nuevamente lo llevó a mi oído soltando sollozos — Escúchame linda por favor, quiero que estés tranquila, estoy contigo ¿sí?, acaba de entrar en pabellón, trata de tranquilizarte y luego vienes, ¿Está bien? — dice con voz preocupada. Por lo que respiro profundo un par de veces para contestar.
—Ll-Llegaré… En unos minutos — le digo con voz entrecortada...
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