Arielle
Abrí mi boca totalmente hipnotizada por sus labios, dejando volar lo que había pasado hace unos días y olvidando que nos encontrábamos en las escaleras del hospital. Envolví mis manos en su cuello y lo acerqué gimiendo por su lengua, que asaltaba mi boca con intensidad.
Sus manos bajaron a mi trasero, apretando y acercándome a su cuerpo, sintiendo cada músculo bajo su ropa y su parte baja comenzar a hincharse.
Me alejé para respirar un segundo, abrí mis ojos y los fijé en los suyos volviendo a tierra. ¿Qué estaba haciendo?
-Déjame -susurré.
Negó e intentó volver a besarme pero, aunque mi cuerpo lo deseara, mi mente arrojó un baldazo de agua helada para hacerme entrar en razón. Apoyé mis manos en su pecho y lo empujé suavemente.
-No sé si perdonarte porque me molestó mucho lo que dijiste sobre mi. Prácticamente me llamaste puta y eso es algo que no voy a dejar pasar tan fácil -expliqué.
-Te pido perdón por eso. Estuvo muy mal de mi parte insinuarlo cuando, como decías, no te co