El demonio en persona

En la mañana siguiente, desayuné en silencio en presencia de él. No nos habíamos dirigido palabras desde ayer, pero nuestras miradas se cruzaban cada cierto tiempo. De hecho, dormimos en cuartos separados. No entiendo por qué se comporta de esta manera. No es como que esté esperando nada, pero me desconcierta su cambio de actitud. Según la Sra. Nany, estuvo fuera de la casa por mucho tiempo ayer.

—En la noche te dejaré llamar a tu papá. ¿De acuerdo?

—Lo que digas.

—Nany irá contigo al centro comercial. Tengo cosas que hacer y no puedo acompañarte — se levantó de la mesa y lo seguí con la mirada.

—Oh, ¿va a ir a trabajar, señor? — preguntó Nany.

—Acompaña a la señorita, por favor — evadió la pregunta y noté seriedad de su parte.

—Claro, se&ntild

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