Capítulo 21

A las tres semanas tuve nauseas leves, y a medida que avanzaba el tiempo mis días los pasaba vomitando en el retrete de mi "casa".

Amanecía con nauseas y vomitaba como una condenada. Tenía malestares como dolores de cabeza y mis defensas habían bajado de una forma que vivía con congestión nasal.

Notaba mi vientre un poco más grande cuando cumplí apenas un mes de embarazo. Me miraba al espejo, desnuda cada vez que salia de la ducha y me contemplaba en el espejo, destrozada, decaida, sin ganas de continuar respirando.

La noticia me había caído como un balde de agua fría con cubos de hielo y para mí ya era algo natural tener los ojos hinchados por culpa del llanto.

Era traumático saber que en mi vientre estaba la hija de la persona que por desgracia amaba y la de un demonio que no conocí, pero sí oí gritar cuando se la arrebaté de su cuna. Aquel grito voraz, que significaba la misma agonía, me atormentó en las primeras semanas pero luego pude vivir con él.

Hace un mes no sabía nada de Si
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