Lía no supo qué contestarle a Maura. Se ruborizó, comenzó a sudar y su amiga inmediatamente entendió que a Lía no era que le gustara Oliver, sino que estaba enamorada de él.
—A él parece que le gustas —le dijo Maura.
—Claro que no… —replicó ella y soltó un suspiro—. No le gustan las artistas.
—Pero, a ver, tú lo has ayudado, ha visto lo más bonito de ti. La verdad no creo que se comporte tan amable con todo el mundo. Te trata como si fueras lo más especial para él en su vida.
Los ojos de Lía brillaron de anhelo. Pero no quería hacerse ilusiones. Sería un problema, porque si se ilusionaba y terminaba con el corazón roto, sería un inconveniente para su convivencia con Oliver.
Cuando Oliver las llamó para que fueran a comer, Maura se puso en plan cotilleo.
Empez&oa