La Llegada Al Apartamento

El trayecto hasta el apartamento fue silencioso. Ralph conducía con el ceño fruncido, las manos tensas sobre el volante. A través del retrovisor, observaba de vez en cuando a Claire, sentada en el asiento trasero como si su cuerpo hubiera dejado de sostenerla. Las lágrimas corrían por sus mejillas sin sonido, silenciosas, densas. No sollozaba, no gritaba… solo lloraba con una tristeza tan honda que lo inquietó más que si se hubiera desmoronado en un ataque de rabia.

Estaba rota. Pero no vencida.

Cuando llegaron al edificio, Ralph se estacionó frente a la entrada y salió del auto. Dio la vuelta y abrió la puerta trasera. Claire no reaccionó de inmediato. Tardó unos segundos en levantar la vista, los ojos hinchados, pero todavía brillando con ese fuego silencioso que él ya había aprendido a reconocer.

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