Tan pronto escuchó los ruidos de la habitación, la asistente de Layla se acercó a llamar a la puerta.
Layla abrió la puerta y su asistente le dijo: "Señorita Tate, ¿cómo se encuentra? ¿Tiene hambre? ¿Qué le apetece comer? Tome un poco de agua". Ella abrió una botella de agua y se la dio a Layla.
Layla se bebió el agua.
"Señorita Tate, no debería beber nunca más vodka. Es demasiado fuerte y no es bueno para nosotras. ¿Recuerda lo que pasó anoche?", le preguntó su ayudante.
Layla se terminó la mitad de la botella de agua y sintió que le rugía el estómago.
"¿Hay comida por aquí? Me muero de hambre". Layla salió de la habitación y buscó el menú del servicio de habitaciones.
"Le he comprado avena esta mañana, señorita Tate. Déjeme comprobar si se ha enfriado". La asistente le entregó el menú y fue a comprobar la avena. "Todavía está caliente".
"¡Primero me comeré la avena, entonces!". Layla se acercó a la mesa y empezó a comer.
En cuanto se le pasó el dolor de estómago, Layla record