Si no necesitara trabajar, sus padres la habrían llevado a Bridgedale.
Hacía un año que Layla había empezado a trabajar en Industrias Tate. El tiempo había pasado volando.
Había sido un año de crecimiento para ella.
Sus padres habían empezado a mantenerse al margen de su vida personal y laboral. Aunque le costó adaptarse, sabía que era una carga necesaria si quería crecer como persona.
Esa noche volvió a casa tras un largo día en la oficina. Pensó que el silencio sería el único que la recibiría, pero cuando llegó, Kiara y Rosa estaban allí. Shea las había traído.
"Layla, tus padres no han llegado a Bridgedale, ¿verdad? No quería que te aburrieras sola en casa, así que he traído a Kiara y a Rosa", dijo Shea con una sonrisa.
"¡Eres la mejor, tía Shea! Mamá y papá se llevaron a Robert con ellos a Bridgedale, y yo estaba un poco disgustada por ello esta mañana, pero me siento mucho mejor al verlos aquí".
Layla le dio una palmadita en la cabeza a Kiara antes de hacer lo mismo con Ros