Elisa estaba acostada en la cama junto a Emanuel que revisaba algunos ajustes que ella le había hecho a los diseños, tenía la mirada perdida en el el techo y se preguntaba si lo que había hecho era lo correcto.
Cuando el detective volvió a preguntar si alguien lo reconocía ella había dicho que sí, ¿qué más podía hacer? Conocía a Felipe de toda la vida, y también sabía que no andaba en buenos pasos, pero de ahí a ser un asesino, nunca se le había pasado por la cabeza; A pesar de todo no debía protegerlo, era un asesino, pero no pudo sacarse la imagen de su madre de la cabeza, ¿cómo reaccionaría la mujer al darse cuenta de que su hijo había matado a un policía? No lo quiso ni imaginar.
—Con los ajustes quedaron perfectos estos diseños —le dijo Emanuel —tienes mucho talento &md
Elisa había llegado después del almuerzo al departamento, y había encontrado a un atareado Emanuel en la cocina, tratando de sostener el equilibrio mientras movía algo en el sartén.—Llegas temprano —le dijo en cuanto la vio.—Si, solo quería charlar un rato con mamá —le mintió, pero ¿qué otra opción tenía? —¿por qué no ordenarse algo? —él se encogió de hombros.—Quería hacer el almuerzo, tú siempre has hecho la comida —Elisa miró la mesa de trabajo, el computador estaba cerrado y había papeles tirados por ahí. Prefirió no preguntar, estaba notando que Emanuel cada vez pasaba menos tiempo en el trabajo, tal vez estuviera con los nervios de punta por todo lo que había pasado igual que todos.—Pues genial, voy a bañarme y vengo a probar tu
Esperaron con el cuerpo tembloroso a que el muchacho se alejara, y un minuto después de que saliera por la ventana Luis salió estrepitosamente del armario con Elisa agarrada por la muñeca. Salieron y corrieron con todas las fuerzas hacia el auto, pero Elisa aún se sentía agotada y débil, le dolía la herida y le costaba respirar.—Ve tú —le dijo a Luis y se detuvo a recuperar el aliento, pero él la tomó de nuevo por la muñeca y la jaló con fuerza.—No voy a dejarte aquí, no seas ridícula, así que corre —cuando vieron el auto a lo lejos distinguieron una figura alta de hombros anchos de píe junto al vehículo y Elisa lo reconoció de inmediato, era Andrés.—Es el hermano de Felipe —le dijo a Luis y en cuanto lo alcanzaron el hombre tomó al muchacho por el cuello de la camisa y lo empujó
Elisa se sentó en el pequeño mueble frente a él, con la toalla envuelta en los pechos y otra más pequeña secándose el cabello.—Te estoy esperando —le dijo Emanuel y ella respiró, ¿Por dónde comenzar?—No fui ayer a ver a mi madre —él abrió los ojos con una sorpresa sarcástica —fui a la comuna a ver a Andrés, el hermano de Luis —Emanuel permaneció en silencio —yo sabía que él había sido contratado por alguien y reconocí el cuerpo de su hermano como el conductor.—Debiste decirle a la policía —Elisa negó.—¿Para que lo mataran como a su hermano? Emanuel, es un pandillero de una comuna peligrosa, la policía primero dispara y luego pregunta —él le quitó la mirada y dejó las muletas a un lado —Efectivamente me dijo q
Cuando Noel había despertado lo primero que vio fue la cabellera despeinada y rubia de Alexei sonriéndole por el traga luz que había en la puerta, y junto a la cama su hermano Luis que le apretaba la palma y dormitaba recostado a la camilla.Desde ese momento ninguno de los dos lo dejaba solo, lo ayudaban a ir al baño y prácticamente le cuchareaban la comida, cosa que molestaba profundamente a Noel, odiaba sentir que era una carga, pero sobre todo la compañía de Alexei le incomodaba.El rubio no le había permitido hablar de su relación ni un momento, cosa que no molestaba del todo a Noel, pero sentía que tenía atoradas muchas palabras en la garganta que hacía tiempo querían salir, y el mayor lo había silenciado con un: “Habrá tiempo después para hablar” Después del atentado contra Luna a Noel de verdad comenzaron a entrarle
—Él me botó —dijo Alexei, estaba sentado en el sofá en medio de Elisa y Emanuel con el rollo de papel higiénico entre las piernas. Ya había dejado de beber después de que la pareja luchara contra su enorme fuerza y le quitara la botella de aguardiente en medio de una épica pelea, y aunque seguía bastante borracho al menos había dejado de llorar —fue un mensaje de texto, ¿Quién envía mensajes de texto en esta época? —le tendió el celular a Elisa y la chica casi no logra agarrarlo —leé, vamos —ella utilizó el desbloqueó facial para desbloquear el aparato y cuando lo puso frente a su cara Alexei sonrió, pensando que era una foto.—¿Quieres que lo lea? —le preguntó después de haber ubicado el mensaje y el mayor asinti&
El mentado día había llegado, y entre más pasaba el tiempo más ansiosa se ponía Elisa al respecto. Los medios de comunicación habían explotado, y ya no solo los programas de chisme; Ciusta era la empresa más grande de Colombia y representaba parte importante en la economía nacional. Vendía gran parte de los insumos de la canasta familiar, tenía cientos de proyectos con petroleras y brindaba ayuda a los seguros sociales; Había proyectos educativos y culturales, tenían sedes en todo el país y más de veinte mil empleados, así que cada decisión de la empresa afectaba a los cincuenta y cinco millones de colombianos que en menor o mayor medida dependían de ella, así que los nombres de todos los involucrados llovía a cantaros.Quienes más provecho sacaban de toda la si
Cuando las puertas se abrieron y Elisa entró del brazo de Alexei le fue imposible no cerrar la boca, y no solo por lo ostentoso del lugar, con sus cortinas de seda y las mesas repletas de las más caras y variadas comidas, si no por la variopinta cantidad de personajes famosos que se encontraban. Elisa reconoció a un par de actrices extranjeras y decenas de personas de la farándula nacional, desde modelos hasta actrices que Elisa reconocía de las telenovelas que veía con su madre.—Un evento como estos es muy deseado —le dijo Alexei —en lugares así se crean poderosas alianzas comerciales, ¿recuerdas mi campaña en Europa? Salió de una fiesta similar, es una excelente oportunidad para conocer gente importante y hacerte de contactos, ya sabes —Elisa miró alrededor, ella se perdería entre la multitud sin
Elisa se quedó petrificada, el hombre le apuntaba con el arma justo a la cara y ella no podía hacer nada, estaba demasiado lejos para intentar quitársela y demasiado cerca para huir. Se insultó a sí misma por no seguir la corazonada que había sentido apenas entró al lugar y haber agarrado a su esposo y haberse largado.—¡Quieto! —gritó alguien cerca de ellos y en el pequeño fragmento de segundo que al “periodista” le tomó para volver la cabeza, una masa uniforme de hombres saltaron sobre él y lo sometieron en el suelo. Las personas habían formado un enorme círculo y Elisa estaba en medio.Emanuel llegó hasta ella y jalandola de una mano la metió entre la multitud y le agarró la cara para que lo mirara de frente.