12. Rutinas y negocios.

Los hermanos Alcántara se habían retirado cerca de las cuatro de la tarde con la promesa de volver el siguiente domingo. Emanuel se había encerrado en el cuarto del gimnasio y llevaba varias horas allí.

—¿Cómo es que no se cansa? —se preguntó Elisa en voz alta. Estaba sentada en el sillón de la habitación terminando los diseños.

Había decido utilizar la misma tipografía que tenían los productos hacia años, dispuestos de la misma forma, pero con los colores que Emanuel había escogido, que estaban en la paleta de los fríos y el resultado le gustó bastante. Cuando Emanuel entró por la puerta estaba sudado y agitado, no traía puesta la camisa y los músculos del torso estaban hinchados y rojos.

Elisa regresó la vista al iPad y fingió pulir algo, pero la vista se le hacía terriblemente tentadora, a

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