Brooke sintió la muerte de Dean tal y como había sentido la de Rob. Aun a la distancia, tenía la certeza de que ahora solo quedaba ella. Era una de las dos sobrevivientes y debía encontrar a la otra, después de todo, la criatura que se gestaba en el vientre de la mujer que había visto en las mazmorras era hijo de su hermano Rob, y junto a ella, quizá los últimos de la especie.
— Sabes que debes de entregárnoslo – había dicho el hombre de la armadura brillante, el mismo que la había rescatado. Brooke lo había mirado pensando una forma de no tener que hacerlo, pero se había limitado a bajar la mirada, pues después de todo, los observadores la habían salvado de una muerte segura.
— No hay forma de …
— Ninguna – cortó el hombre de la armadura – Es un mandato divino.
— Al menos déjame enco