*Isabella*
Faltaban dos horas para que Valentín pasase por mí. No quiso darme detalles de dónde iríamos y los nervios no quisieron abandonarme. La habitación era un completo caos; ropa esparcida por toda la cama y un gran dilema pululando a mi alrededor. No tenía noción de cómo vestir. Mi guardarropa no era en lo absoluto algo ordinario. No usaba vestidos ni blusas escotadas. Desde siempre me han gustado los jeans y camisetas. Nada de tocones, prefería zapatillas, borcegos o unas buenas botas texanas.
—¿Puedo pasar?
Quise arreglar el pequeño y gran desastre sobre la cama, pero no logré hacerlo y la puerta se abrió lentamente…
—Mamá, yo…
—¡Jesús!, que desastre tienes aquí —Ella ingresó al cuarto—. Bella, pongamos un poco de orden.
—Mamá —proferí, ella