Lucia
El peso de los últimos días sigue aplastándome el pecho como una losa imposible de mover. Dante no ha vuelto a mencionar aquella noche, ni el beso, ni la discusión, ni sus malditas palabras que resuenan en mi cabeza una y otra vez.
*No puedes llevarte a Nico. Es mi hijo.*
Esas palabras han estado carcomiendo mi mente como un veneno. Cada vez que miro a mi hijo, una angustia oscura se enreda en mi garganta. Y si Sofía tiene razón. Y si Dante solo lo ve como un recuerdo viviente de su hermana. Y si en algún momento decide que yo ya no soy necesaria y simplemente me quita a mi niño.
Aprieto los puños y respiro hondo. No voy a permitir que eso pase. Si es así, si Dante es capaz de algo semejante, tendré que buscar una salida antes de que sea demasiado tarde.
Pero primero, necesito despejarme. Y Nico también.
—Vamos a salir, mi amor. —Le digo con una sonrisa al verlo jugar en la habitación.
Nico levanta la vista con sorpresa. Sus ojos, que usualmente están llenos de luz, han e