Lucía
El peso de la noche anterior sigue oprimiéndome el pecho. No dormí, apenas pegué los ojos un par de minutos antes de que la tormenta en mi cabeza me despertara otra vez. Dante. Su voz, su confesión, su verdad.
Y el beso…. ese maldito beso que de solo recordarlo hace que sienta que la habitación se llena de fuego.
¿QUÉ DEMONIOS ESTABA PENSANDO? ¿POR QUÉ NO PUEDO DEJAR DE RECORDARLO?
Mi mundo entero ha cambiado, y no sé cómo sostenerlo sin que todo se derrumbe.
Nunca nadie me había besado de esa forma: con rabia, deseo, pasión… y mucho menos yo había respondido con la misma intensidad. Pero no debería desearlo, debería estar enojada, deberpia odiarlo.
¿Por qué no lo hago?
Desciendo las escaleras en silencio, la mansión aún duerme. Busco refugio en la cocina, esperando que el aroma del café logre despejarme, pero mi mente sigue atrapada en el torbellino de pensamientos que me asfixian.
Cada palabra, cada gesto, cada mirada de Dante anoche se ha incrustado en mi piel como una herid