Cap 32
Lucía
El peso en mi pecho es abrumador mientras me quedo en la habitación, con la imagen de Dante ensangrentado clavada en mi mente.
Mi cuerpo tiembla y no puedo calmarme, no importa cuánto respire hondo o cierre los ojos. Esas manos manchadas de rojo son una confirmación brutal de lo que él es realmente: un mafioso. Un hombre peligroso.
Y sin embargo, contra toda lógica, hay algo en esa imagen que también me da un retorcido sentido de seguridad. Él hará lo que sea necesario para mantenernos a salvo, a mí y a Nico. Esa es la parte que me importa. Nico es mi todo.
Mis ojos se desvían hacia mi pequeño ángel, que está profundamente dormido en la cama. Su respiración uniforme y la paz en su rostro me rompen el corazón.
La sola idea de que algo o alguien pueda lastimarlo me llena de miedo y rabia al mismo tiempo.
Entonces me pregunto: ¿De verdad vi a Esteban? ¿Fue mi mente jugando conmigo, o mi instinto intentando advertirme algo?
El sonido suave de la puerta abriéndose me saca d