Capítulo 30.

Cuando desperté a la mañana siguiente, Rashid estaba allí, durmiendo plácidamente, como si nada. No le había escuchado llegar, así que no os puedo decir a la hora que llegó, pero sí sabía que me acosté a las tres y él no había llegado aún.

Me metí en la ducha, ya que me sentía asqueada pues el día anterior no me había duchado en condiciones. Así que lo hice en ese instante.

Cuando salí del baño, entre toalla y albornoz, él estaba allí, mirando hacia mí, desde la cama, con una amplia sonrisa en el rostro.

Cogí un vestido y unas bragas, y me dispuse a entrar en el baño, sin tan siquiera mirarle, pero él me detuvo.

  • Puedes cambiarte aquí – comenzó, poniéndose en pie de un salto, con la camisa entre abierta y sin pantalon
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