Capítulo 27.

Por supuesto que no seguí el consejo de Rashid sobre comprobar si aún amaba a Ali, yo sabía perfectamente que era así, que le amaba, pero eso no arreglaría nada. Al llegar a mi habitación aquella noche, Ali ya no se encontraba allí, y yo me fui a la cama entonces.

A la mañana siguiente, me despedí de la familia y de mi hijo, para luego emprender el viaje en el turismo de Rashid.

Al llegar a Gibraltar, nos hospedamos en el mismo hotel en el que él solía quedarse, todos parecían conocerlo, y me hicieron sentir fuera de lugar desde el momento uno.

  • Debes darte prisa – me decía él, mientras me ponía los pendientes con forma de estrella, al mismo tiempo que él se anudaba los zapatos – el coche vendrá a recogernos en cinco minutos.

Asentí, mentalmente, intentando relajarme, ya que hac&i

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