Amir jugaba al fútbol junto a sus tíos, Rashid y Ali, mientras Zuleima y yo pelábamos las habas para hacer la comida.
Estaba sentada sobre una silla, junto a la puerta de la casa de la abuela de Amir, mientras ellos jugaban frente a nosotras, en medio de la calle.
- Ali se quedará hasta finales de mes – aseguró la mujer, haciéndome salir de mis pensamientos y prestarle atención – así que no tienes que preocuparte por Amir mientras estés fuera.
- Gracias por todo, Zule… - comencé, pero ella me agarró del brazo, intentando reconfortarme, justo como solía hacer cuando estábamos a solas.
- Rashid es un buen hombre – aseguró, haciéndome sonreír al darme cuenta de que era lo que pretendía – y es guapo.