Capítulo 21

Nos quedamos unos días en Granada, en casa de mi suegra, Zuleima, una mujer que era todo un ejemplo de superación. Se había casado con Farah su esposo y vivían juntos en aquella casita, junto a sus dos pequeños. Pero aún así, parecía que ella no había olvidado a su antigua familia, y recibía noticias de un informante al que no quería mencionar, sobre sus hijos, cada año, por medio del correo.

Era mi último día allí, y estaba sentada en la plaza, junto a mi suegra, mientras ambas mirábamos hacia nuestros hijos, que jugaban en la fuente. Parecían haberse hecho grandes amigos, y eso lo agradecí bastante, pues él no solía relacionarse con otros niños. Le costaba mucho confiar en los demás.

Mi teléfono móvil comenzó a s

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