Habíamos tenido que quedarnos a causa de que los papeles aún no estaban listos.
Amir aún dormía, y casi lo prefería así, no quería que mi hijo sufriese más, y yo caminaba por los jardines junto a su hermana…
Mientras tanto Fatima entraba en la habitación de Amir, con un enorme peluche de un delfín bajo el brazo y una caja de sus dulces favoritos en la otra.
Los dejó sobre la mesilla de noche y miro hacia él, arrepentida, ya que lo último que había querido había sido dañar a aquel ni