Capítulo Dos: La búsqueda.

En su estresada y fatigada mente, Martín buscaba una solución a su ruina. Aunque no sabía cómo resolver sus problemas, él no iba a permitir que nadie se enterara que estaba en la ruina total; prefería estar muerto primero, antes que perderlo todo.

Pensaba en darse una ducha para relajar su cuerpo y a su mente de tantos pensamientos tediosos que había estado teniendo últimamente.

Para él, era una burla y algo terrible que un hombre tan rico e importante como él, quedara en ruina. Con exactitud, él no sabía que le preocupaba más, si quedarse sin dinero o ser la burla de todo un país.

En muchas ocasiones las personas no platican sus problemas financieros porque no tienen la suficiente confianza para comunicarse y si se lo contó a su esposa, es porque sentía que si no le contaba a alguien, se iba ahogar y él sólo quiso desahogarse con alguien y quién mejor, que la mujer con la que ha pasado más de 20 años a su lado, la madre de sus dos hijas y el amor de su vida...

Martín era como un sujeto alterado en su dimensión axiológica, que bajo un obsesivo impulso sólo pensaba en acumular dinero, poder y respeto, pero su ambición de ser un hombre poderoso, lo llevó a perderlo todo. Un movimiento en falso, lo hizo quebrarse, por completo.

Martín no era para nada amable, en él no existía la gentileza, a menos que debiera hacerlo para conseguir algo a cambio, sólo de esa manera podía serlo. Nunca había un trato agradable, más bien él sólo daba tratos desagradables; a veces solía ser un poco agresivo con su personal de servicio. Era un hombre áspero y solitario, amargado e indócil, algo que Mariana observó por mucho tiempo, y muy bien que dicen que hasta el carácter y la personalidad son hereditarias. Ella heredó todo de su padre; ambos eran iguales, tal para cuál. Mariana era una copia de Martín. No se daban por vencidos fácilmente y todo lo que se proponían, lo conseguían y al precio que fuese, sin importar las consecuencias.

Martín era un hombre el cuál guardaba muchos secretos, había hecho cosas muy malas para conseguir todo lo que obtuvo hasta el momento de su quiebra. Estaba casi por perderlo todo, pero algo iba hacer; no sé rendiría, él no era hombre de rendirse tan fácil. Ya encontraría la manera de solucionar todos sus problemas económicos.

...

-Hola -Mariana contestó la llamada con una sonrisa en su rostro, mientras se peinaba su cabello castaño.

-¿Cómo está la mujer más hermosa de este mundo? -Le preguntó Octavio, desde el otro lado de la línea.

-Maravillosamente bien -Le respondió ella, de una forma egocéntrica-. Estoy preparándome para ir a dar un paseo -Dejó el cepillo de peinar en una mesa pequeña y se sentó en su cama.

-¿Y si nos vemos hoy? -Le preguntó él, sonriendo. Ella pudo imaginarlo sonreír-. Te tengo una sorpresa -Le dijo.

-Me intriga saber que es -Se puso algo pícara-. ¿A qué hora quieres que nos veamos? -Le preguntó ella, mientras se mordía el labio inferior.

-Yo te mandaré un mensaje cuando tenga todo listo -Octavio estaba feliz de que Mariana aceptara.

-Está bien -Le dijo Mariana y colgó la llamad.

Mariana no podía borrar la sonrisa de su rostro. Le complacía y le llenaba de manera monumental su ego, que un hombre tuviera tanto interés en ella. Por primera vez, se sintió un poco más superior a su hermana, que alguien se fijara sólo en ella y no en Angelique.

-No todo tiene que ser sólo para ti, hermanita -Se pudo notar el odio y el rencor en su mirada.

...

Damián Montesinos es un hombre varonil, apuesto y muy inteligente. Todas las mujeres, la que fuese, caía rendida a sus pies.

Desde niño, siempre estuvo entregado a la familia, a diferencia de su hermano Octavio, quién se fue de casa, desde muy joven. Siempre estuvo con sus padres, hasta el día sus muertes. Ahora Damián, era el heredero de una de las más importantes haciendas ganaderas...

La hacienda dónde vivía Damián, quedaba a 20 minutos de la casa de campo de la familia de Angelique. Él no sabía que tenía vecinos y fue justo ese día, que conoció a la mujer que le cambiaría la vida, para siempre...

Angelique seguía cabalgando por el hermoso prado, el viento soplaba fuerte, bailando su cabello. De pronto, su sonrisa desapareció al ver un hombre desmayado, cerca de un caballo.

Angelique galopó más rápido, para saber de quién se trataba. Al llegar al lugar, se bajó con rapidez del caballo, al cual aseguró en un árbol para que no se fuera.

Angelique se arrodilló cerca del hombre, para tratar de socorrerlo.

-¿Estás bien? -Le preguntó. Aquel hombre estaba despertando.

-¿Que me pasó? -Él hablaba inconscientemente.

-Creo que te caíste de tu caballo. ¿Te duele algo? -Le preguntaba, preocupada.

-No, sólo la cabeza -Se quejaba.

-¿Como te llamas? -Le preguntó ella, tomando su cabeza para apoyarlo en sus piernas.

-Damián, Damián Montesinos -Le respondió él-. ¿Y tú?.

-Angelique. Ven, te ayudo a levantarte.

Ella ayudó a Damián a levantarse, con sumo cuidado, evitando causarle algún dolor.

Estando de pie, Damián miró a los ojos a Angelique. Jamás en su vida había visto a una chica tan hermosa como ella. Quedó fascinado, tanto, que creía que estaba soñando o que el golpe que llevó en su cabeza, lo estaba haciendo alucinar.

Trataba de mantenerse de pie, pero se sentía muy mareado. Sus piernas casi no le respondían. Se mareó y cayó arrodillado, al igual que Angelique, quién hacía un esfuerzo por ayudarlo.

Ambos cayeron de rodillas, sus miradas estaban cerca, podían sentir sus respiraciones y en un impulso, Damián la besó.

Angelique no sabía qué hacer, aquel acto la tomó por sorpresa.

No hizo nada, sólo disfrutó del beso, algo que para ella, se sintió mágico...

Sentado en su cama, Martín observaba una fotografía de su esposa y sus hijas. Al lado de dicha fotografía, estaba otra más, pero sólo de sus hijas.

Las observaba detenidamente y tomó la fotografía, sonriendo.

-¿Por qué estás tan feliz? -Le preguntó su esposa. Estaba confundida. Primero su esposo estaba enojado y ahora se veía feliz y ella se sentía confundida.

-Ya sé que tengo que hacer para que salgamos de la ruina -Martín seguía sonriendo.

-¿Que tienes en mente? -Le dijo ella, inquisitiva.

-Tenemos que organizar una fiesta -La miró y sonrió.

-¿Una fiesta, para qué? -Roberta no entendía.

-Es momento de que nuestras hijas se casen -Le respondió él.

Martín creía haber tenido la mejor idea de su vida. En su desesperada mente, eso creía.

Roberta pensaba que el tema de la ruina, tenía mal a su esposo y si, Martín estaba mal.

Pero él iba hacer lo que fuese, por recuperar su fortuna. Así tuviese que obligar a sus hijas a casarse, con un hombre millonario...

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